Publicado en Somos el Medio
30 de julio de 2022
Por Mario Marlo
El tiempo ha transcurrido tan de prisa durante 94 meses, pero no ha sido suficiente para dar con el paradero de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, ni para obtener verdad y justicia.
Hay avances, pero el giro de la investigación que podría dilucidar dónde están se encuentra en los cuarteles militares. Sin embargo, el ejército mexicano no está dispuesto a reconocer, menos aceptar su responsabilidad penal en el ocultamiento de datos de prueba y posiblemente de su participación en la desaparición, porque no hay dudas de que espiaron, monitorearon y fueron testigos de lo que les estaba ocurriendo a los jóvenes y no hicieron nada, menciona Vidulfo Rosales, abogado de las madres y padres de los 43, en el programa de radio Tlajtoltlapalehuilistli: la palabra que ayuda.
Las madres y padres de familia señalaron al ejército desde los primeros días de que habían desaparecido a sus hijos. Desde ese momento han estado en la lucha por la presentación con vida de los jóvenes. Han tenido que realizar marchas, mítines, caravanas, reuniones con otras organizaciones y colectivos de desaparecidos de México y asambleas en las comunidades para brindar información y pedir datos de sus hijos con el fin de encontrarlos.
Este 26 de julio de 2022 volvieron a marchar en la Ciudad de México como parte de las acciones globales por Ayotzinapa y México. Las madres y padres tienen la esperanza de que sus hijos estén con vida, tienen memoria y no olvidan que el gobierno de la Cuarta Transformación se comprometió a encontrar a los jóvenes. No obstante, con el paso de los días se han dado cuenta de que las autoridades pretenden apostarle a la tortura y asfixiarlos. Saben muy bien que Andrés Manuel López Obrador no pondrá al ejército en el banquillo de los acusados. La caminata partió del Ángel de la Independencia al Hemiciclo a Juárez, donde exigieron a las autoridades dar celeridad a las investigaciones para dar con los 43, así como la detención a los responsables que participaron en la desaparición, pero este gobierno no quiere avanzar. Los fuertes vientos hondeaban las pancartas donde relucían los rostros ausentes de un Guerrero herido.
En una entrevista con doña María Martínez, madre de Miguel Ángel Hernández Martínez, asegura que para ella la agresión hacia los estudiantes fue directa e intencional, “para nosotros fue el ejército. Sigo esperando saber por qué se los llevaron, cada minuto se repite en mi mente la misma pregunta, ¿por qué no los tuvieron ahí y nos mandaron traer a nosotros como padres? Iríamos sin pensarlo. Pero lo que nos dicen que les hicieron a nuestros hijos ni al peor delincuente se lo hacen”.
La madre María Martínez recuerda las declaraciones del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, como una triste frase que en lugar de mantener la esperanza, la mata. “No me voy a conformar con que me digan que ya se sabe qué pasó con los normalistas, más bien que nos diga dónde están y que nos los entreguen. La verdad las esperanzas se han reducido a la decepción porque cuando se formó la Comisión de la Verdad y Acceso a la Justicia sentimos que el presidente era más ser humano. Se comprometió y nos ilusionamos. Pero ahora ha declarado que tiene toda su confianza con el ejército, no tan fácilmente quieren investigarlos. Nos da a entender que no importa lo que hagamos, al ejército no se le va a tocar”.
Con un dolor agudo y punzante, durante 94 largos meses también han tenido que descubrir y entender qué es la desaparición forzada. El camino de la lucha no ha sido fácil. En ocasiones la noticia de que ya “encontraron 4 o 5 cm de restitos, pues tenemos bastantes huesos como para que nos digan con un cachito que mi hijo ya no está, o que nos entreguen una hoja firmada donde dice que ya no vive. Me parte el alma. ¿Dónde está mi hijo?”, cuestiona doña María.
Las madres y padres continúan su exigencia por la presentación con vida de los estudiantes, se investigue al ejército y se castigue a todos los responsables que participaron en la desaparición y en el ocultamiento de información. También hacen un llamado a la población para unirse a la lucha por la vida. El grito de que les hace falta un hijo en casa seguirá. Su pensamiento es claro que dejarán las calles hasta saber qué pasó con sus hijos.
La angustia y la incertidumbre se han vuelto una sombra que permanece fiel a los pasos de las madres y padres. En las fechas importantes esperan a los hijos. Dejan la puerta abierta por si llega… y simplemente no regresa. Eso es lo desesperante. “Tengo la foto de mi hijo cerca de la mesa. Cuando ya voy a comer la miro, y me doy cuenta de que mi hijo no está”.
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