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Resonancias del Caracol: recuperar el carácter independiente, autogestivo y solidario de los festivales musicales

Publicado en Camino al Andar

24 de noviembre de 2025

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El “¡Ya basta!” que lanzó el EZLN el 1 de enero de 1994 resonó en todo el mundo. No era para menos: el que miles de indígenas mayas zapatistas se levantaran en armas cuestionando la integración neoliberal, el fin de la historia y el mundo unipolar, representó un quiebre en la historia de México, de los pueblos originarios y del planeta. Convidados de ese sueño, hasta la Chiapas zapatista llegaron muchos escritores, artistas y figuras públicas; hombres, mujeres y otroas —como los zapatistas llaman a las disidencias sexogenéricas— que deseaban conocer directamente a los pueblos protagonistas de tan importante rebelión. “Yo soy comunista, pero en México soy zapatista”, solía decir José Saramago. “Zapatistas somos muchos en todas partes aunque no sepamos que lo somos”, declaró Eduardo Galeano. “Por instinto sé que debo defender esta causa, porque a veces hay condiciones de vida en que los pueblos tienen que rebelarse”, dijo Danielle Mitterrand. Y Mario Benedetti añadió: “Tengo mucha simpatía por la causa zapatista. Me parece además que es una guerrilla fuera de serie, porque es la única de América Latina que ha manejado las cosas con un sentido de la realidad”. Gabriel García Márquez, John Berger, Juan Gelman y Elena Poniatowska, por mencionar algunos, intercambiaron correspondencia con el Subcomandante Insurgente Marcos o lo entrevistaron.


En la música sucedió algo similar. Manu Chao recorrió comunidades zapatistas para luego cantar y contar la rebelión en México. El caifán mayor, Óscar Chávez, extendió su canto y abrazo solidario con el EZLN. Rage Against The Machine compuso “Zapata’s Blood”, Ska-P denunció la contrainsurgencia con “Paramilitar” y Todos Tus Muertos mostró en la portada de su disco Subversiones (1996) a un zapatista con sombrero. León Gieco compuso e interpretó “El Sr. Durito y yo”, para cantarle al escarabajo y más grande caballero andante. El movimiento juvenil y estudiantil de la Ciudad de México se apoyó en conciertos multitudinarios para organizar y difundir la causa zapatista. Bandas como Maldita Vecindad, Santa Sabina, Panteón Rococó y Tijuana No incluyeron en sus repertorios piezas alusivas a los pueblos insurgentes. Como en el mundo de las letras, la lista se renovó con Joaquín Sabina, Amparanoia, Fermín Muguruza, León Chávez Teixeiro, Nina Galindo, Leticia Servín, Lengualerta, Paco Barrios “el Mastuerzo” y muchísimos más.


Pero los grandes festivales musicales, que se habían convertido en una herramienta de lucha y difusión de las juventudes para echar abajo el autoritarismo y solidarizarse con las comunidades zapatistas, poco a poco fue tomando otro camino. En la Ciudad de México, los gobiernos progresistas los adoptaron como estrategia para ganar el voto joven, y fueron perdiendo su carácter independiente, contestatario y contracultural. De herramientas de lucha y estrategias de organización, los conciertos masivos se fueron convirtiendo en estrategias electorales y corporativas, bajo el discurso de políticas públicas y culturales.


Así como los gobiernos captaron la potencia política de los conciertos masivos, la industria cultural vio el potencial económico de esas actividades. Rápidamente, la CDMX se convirtió en cede de grandes festivales musicales privados, que solo contribuyeron a generar millonarias ganancias para los mismos ricos de siempre, a costa incluso del trabajo de los y las artistas. La boda entre gobiernos y empresas para organizar festivales musicales no tardó en llegar. En la Ciudad de México, pero no sólo, se concesionaron, prestaron o rentaron importantes recintos a empresas con este objetivo.


En 2023 la Red Universitaria Anticapitalista se propuso recuperar el espíritu crítico e independiente de los festivales musicales. Así nació el Resonancias del Caracol, que en ese año estuvo dedicado a los aniversarios del EZLN. En 2024 volvieron a realizar dicho festival, pero en esta ocasión decidieron dedicarlo a las familias buscadoras de personas desaparecidas.



En 2025 se realizará Resonancias del Caracol. Organicemos la rabia de Chiapas a Palestina, la tercera edición de este festival que se ha convertido en un espacio de disputa cultural. Este año, artistas de distintas generaciones y disciplinas se unen para, desde sus artes, mandar un abrazo solidario al pueblo palestino y a los pueblos zapatistas que resisten. Se realizará el sábado 29 de noviembre de 2025, a las12:00 horas. Habrá actividades para infancias, danza, música, bailongo, tatuajes, talleres, alimentos, café, etc.


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Participan este año Escuelita Autónoma Otomí, La Mosca con Smoking, León Chávez Teixeiro y Les prófugues del manikomio, Botellita Retornable, Otra Danza es Posible, Fóramen Danza, Musas Sonideras, Toque Bulanga y Taller del Sur. El costo del evento es de $130 preventa y $180 el día del evento.


Lo recaudado será enviado a familias palestinas


Lugar: Auditorio del SME – Francisco Breña Alvirez, Calle Maestro Antonio Caso 50, Tabacalera, Cuauhtémoc, CMDX). A una cuadra del Monumento a la Revolución Puntos de llegada: Metro Revolución y Metrobús Reforma.


Preventas en: FB: Red Universitaria Anticapitalista, IG: @mxlacomuna, Vendaval – Cooperativa panadera y algo más (Guillermo Prieto, #46. Colonia San Rafael, Cuauhtémoc, CDMX) y Cafetería Carabina 30 – 30 (Escuinapa 11, Pedregal de Santo Domingo, Coyoacán, CDMX).


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© 2021 por Sofi Grivas

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