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La guerra racista contra la vida de mujeres afromexicanas en México

Publicado en Camino al Andar

8 de mayo de 2022

Por COLECTIVA DE MUJERES AFROMEXICANAS EN MOVIMIENTO, MUAFRO




La guerra racista contra la vida de mujeres afromexicanas en México


El siguiente texto es un testimonio elaborado por la Colectiva de Mujeres afromexicanas en movimiento (MUAFRO), cuyos integrantes son de las costas de Oaxaca y de Guerrero. Denuncian la invisibilización sistemática e histórica de las comunidades afrodescendientes en el país y cómo este racismo estructural, institucional y cotidiano atenta contra las vidas de las mujeres afro. Su voz colectiva evidencia una política de eliminación del Estado mexicano hacia comunidades afrodescendientes en el país y exige acciones para revertir las múltiples condiciones de violencia racista que viven sus comunidades, sobre todo las mujeres, las niñas y los niños.


3 de mayo de 2022


COLECTIVA DE MUJERES AFROMEXICANAS EN MOVIMIENTO, MUAFRO


El día 12 de abril se dio se dio a conocer la lamentable y dolorosa noticia del Feminicidio de Frida Alondra, una adolescente afromexicana originaria de Cuajinicuilapa, Guerrero; quien estaba desaparecida desde el día sábado 9 de abril y cuyo cuerpo fue encontrado en uno de los caminos cosecheros de San Juan Bautista Lo de Soto, Oaxaca, municipio colindante con Cuajinicuilapa y a donde Frida habría acudido a las festividades que con motivo de Viernes de Dolores se celebraron.


Este caso pone en evidencia, no solo las violencias mútiples, sino también el racismo estructural que vivimos las niñas y mujeres afromexicanas, desde la Colectiva de Mujeres Afromexicanas en Movimiento desde hace poco más de seis años hemos denunciado el olvido sistemático de las instituciones del Estado que tienen como consecuencia vulneraciones al ejercicio pleno de nuestros derechos fundamentales.


De igual manera la revictimización de Frida Alondra al juzgar las condiciones en las que se dio su feminicidio, es producto del racismo y el profundo desconocimiento de nuestra historia, de los territorios que ocupamos, así como de las prácticas de convivencia, comercio, compadrazgo y cercanía entra nuestras comunidades; aunque divididas por la frontera estatal formamos parte del mismo territorio, comúnmente llamado Región de Costa Chica, un territorio que recorre el litoral del Pacífico desde Acapulco, en Guerrero, hasta Huatulco, en Oaxaca, donde se encuentran 15 de los 16 municipios con más del 40% de población Afromexicana del país, todos ellos de alta y muy alta marginación.


En nuestras comunidades es tradición recibir en las Fiestas de Cuaresma, así como en las patronales, visitantes de los municipios de la región que acuden a las peleas de gallos, ferias, bailes y jaripeos. Analizando de manera detenida estas relaciones, nos damos cuenta que el municipio de Cuajinicuilapa en Guerrero que tiene un 80% de población Afromexicana es desde hace años un centro importante de comercio en la zona y al que acuden de manera cotidiana habitantes de los 8 municipios afromexicanos de la microrregión de La Llanada, ubicados en Oaxaca, entre ellos el de San Juan Bautista Lo de Soto con el 95.7% de población afro, el municipio más afrodescendiente del país y al que se encuentra conectado por un camino de terracería de apenas 14 km.


No podemos hablar del feminicidio de Frida Alondra como un hecho aislado, tan solo habría que recordar el feminicidio de Tomasa una niña afromexicana de 9 años que se dio en la Comunidad de San Nicolás, municipio de Cuajinicuilapa en diciembre de 2020, así como la desaparición desde hace casi dos años de Lorena Elvira Rodríguez Nazario una joven madre de 15 años cuyo bebé fue encontrado abandonado en el crucero de la localidad de Tenango, municipio de Azoyú. Casos de los que casi nadie habla, que no suscitan el interés mediático en la exigencia de justicia, producto en gran medida de la brecha tecnológica, el racismo mediático y de los recursos de las víctimas.


Sí bien es cierto, estos actos de violencia extrema contra niñas y mujeres afromexicanas no son hechos aislados y se dan en un contexto de impunidad y violencia generalizada en el país y en nuestros territorios; en un México Feminicida donde se asesinan a 11 mujeres diariamente. También se tienen que considerar las prácticas machistas y misóginas normalizadas en nuestras comunidades e incluso catalogadas como “práctica cultural” por algunos sectores académicos. Tal es el caso de la costumbre de la “Huida” o “Robo” y el “Rapto”, las dos primeras corresponden a la construcción de parejas de manera consensuada entre novios y la segunda, afortunadamente cada vez menos frecuente, de manera forzada.


En nuestra historia podemos encontrar innumerables casos de violencia extrema y feminicida hacia nuestras abuelas, madres, hermanas e hijas, frecuentemente tolerados y justificados por una sociedad patriarcal, que desde siempre culpabiliza más a la víctima que al victimario. Sobre las niñas y mujeres afromexicanas se ha ejercido históricamente violencia sexual, por la hipersexualización de nuestras cuerpas debido al estereotipo que existe, desde tiempos de la Colonia, de que las mujeres negras somos sexualmente disponibles.


Las integrantes de la Colectiva tienen conocimiento de por lo menos dos casos de mujeres que vivían violencia en sus relaciones y que terminaron en intentos de feminicidios cuando sus parejas las atacaron a machetazos, ellas sobrevivieron pero les quedaron importantes secuelas físicas y emocionales al ser permanentemente señaladas por la sociedad y enfrentar el reto de sacar adelante a su familia; mientras que los perpetradores de la violencia no fueron detenidos por las autoridades de manera inmediata, lo que les permitió huir a otros territorios quedando así sus crímenes impunes. Lo que demuestra que también el acceso a la justicia representa un verdadero reto, tomando en cuenta la lejanía de las instituciones encargadas de brindar justicia y nuestras comunidades.


Por otra parte, también se tiene que denunciar el trato racista y falto de empatía con las que las autoridades abordan casos de feminicidio, una de las compañeras de la Colectiva acompaño un caso donde una mujer fue asesinada por su propio hermano delante de sus hijas. Las autoridades encargadas de ejercer justicia e iniciar con las investigaciones, sin tomar en cuenta el impacto que este hecho tuvo sobre la familia, exigían dinero para llevar a cabo el levantamiento del cuerpo y de manera inmediata se llevaron al padre de víctima para rendir su declaración, un grupo de mujeres logró que no se llevaran a las niñas.


Mención aparte requiere la violencia política por razones de género las mujeres afromexicanas tenemos limitada participación en los espacios de toma de decisión, bajo el argumento de que no estamos preparadas para ocupar dichos espacios, minimizando nuestras capacidades y aportes, además de que se debe avanzar también en la satisfacción de nuestras necesidades más apremiantes, cuando se tienen preocupaciones como la salud, el empleo, la suficiencia alimentaria o una educación deficiente; es casi imposible que puedan acceder a los círculos del poder en condiciones de igualdad.


En las redes sociales y medios de comunicación se muestra una imagen estereotipada de las mujeres racializadas, cayendo en la caricaturización de nuestra imagen, no se construyen espacios para la formación en participación política con perspectiva intercultural y los pocos espacios que hay para contender por puestos de elección, derivados de las medidas afrimativas, no se asignan de manera paritaria; cuando una mujer afromexicana accede a ellos se enfrenta a la negación de recursos económicos y de equipo para la campaña y a la inseguridad en nuestros territorios, no hemos pasado de ser votantes a ser votadas.


Los casos de Guadalupe Ávila Salinas y Carmela Parral Santos en San José Estancia Grande son ejemplo de ello. En 2004 Guadalupe era candidata del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la presidencia municipal, seis días antes de las elecciones, el 27 de septiembre, fue asesinada por el presidente municipal de extracción priísta Cándido Palacios Noyola; su asesinato quedó impune y Guadalupe ganó las elecciones de manera póstuma


Mientras que Carmela Parral Santos, presidenta municipal en funciones, fue asesinada el 16 de agosto de 2019, la Fiscalía de Oaxaca abrió una investigación por homicidio. En ambos casos se afirmó que las muertes no eran por motivos políticos, sino personales. En este último caso el Observatorio de Participación Política de las Mujeres de Oaxaca solicitó a al FGEO investigar aplicando el protocolo de feminicidio.


Dado que sistemáticamente se invisivilizan las violencias que vivimos niñas, adolescentes y mujeres afromexicanas no contamos con datos desagregados que nos permitan dar cuenta de la magnitud de las violencias que enfrentamos, esto a pesar de las exigencias al Estado Mexicano, específicamente al Instituto Nacional de Estadistica y Geografía (INEGI) y al Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) para incluir la variable afrodescendiente en la Encuesta Nacional sobre la Dinámica en los Hogares, ENDIREH 2021. Datos que son necesarios para diseñar programas, estrategias o políticas públicas culturalmente diferenciadas que combatan de manera frontal la violencia de género.


Entonces nos preguntamos ¿Cuáles son las condiciones que prevalecen en nuestros territorios que propician las múltiples violencias contra niñas y mujeres afromexicanas? De acuerdo con los resultados del Censo 2020 en México 2.04% de la población nos reconocemos como afromexicanas, negras o afrodescendientes, es decir 2,576,213 personas de cuales 1,297,617 somos mujeres. El INEGI estableció una media nacional afrodescendiente que en muchos parámetros se encuentra en mejores condiciones que la media nacional general.


Estos resultados contrastan significativamente con la realidad que se vive en los territorios de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, donde se encuentran los municipios con mayor porcentaje de población Afromexicana, y es una muestra de cómo opera el racismo estructural que a la par de una invisibilidad histórica ejerce una invisibilidad estadística. En un ejercicio de análisis más puntual MUAFRO desagrego las variables de los municipios con más de 40% de población afromexicana, y donde los rasgos culturales e identidarios se encuentran más arraigados, pero también son aquellas comunidades dónde el racismo estructural y la invisibilidad histórica han dejado una huella profunda que se manifiesta en las desigualdades presentes en los territorios.


Las principales variables demuestran con datos oficiales como estas desigualdades afectan de manera directa a las niñas y mujeres afromexicanas, por las intersecciones que nos atraviesan. Entre las principales encontramos que el promedio de hijos nacidos vivos, tanto para la población total como para la total afrodescendiente es de 2.1 hijos nacidos vivos por mujer, mientras que para los municipios de 40% a 70% de población afro es de 2.9 y para aquellos con más del 70% es de 3.3 hijos nacidos por mujer.


El grado promedio de escolaridad de la media nacional afromexicana se ubica en 9.8 años, 0.1 años por encima de la media nacional que es de 9.7 años. Sin embargo, es de 7.7 años en municipios con más del 40% y de 6.8 años en municipios con más del 70% es decir 3 años menos en relación a la media nacional afrodescendiente. Las mujeres representamos una mayor proporción de personas analfabetas; en municipios con más de 70% de población afromexicana un 19.6% de mujeres son analfabetas, 15.2 puntos por encima de la media nacional que se ubica en 4.4%.


El acceso a la salud también representa un enorme reto para las comunidades afromexicanas, esto se agudizó aún más en el contexto del COVID 19. Mientras que el 51% de la población nacional está afiliada al IMSS, en los municipios con más del 40% es el 6.7% y en los municipios con más del 70% es de apenas 3.4%. el 85.3% de la población en municipios con más del 70%de población afro dependen del al Instituto de Salud para el Bienestar es decir al sistema público de salud.


En municipios con más del 40% de población afromexicana las mujeres económicamente activas representamos el 39.1%, mientras que en los municipios con más del 70% de población afromexicana apenas el 25.7% de las mujeres afromexicanas generamos algún tipo de ingreso.


La brecha digital y tecnológica en nuestras comunidades ha tenido un impacto negativo en el acceso a la educación de las infancias y juventudes afromexicanas, en los municipios de más de 40% de población afro, apenas el 11.1% de las viviendas tienen acceso a una computadora o tablet y el 19.7% a internet mientras que en aquellos con más del 70% de población afro es del 8.3% y 11.8% respectivamente.


Estas y otras desigualdades se han profundizado en el contexto de la pandemia por el COVID 19, debido a la invisibilidad histórica no existen datos desagregados sobre la proporción de personas afromexicanas que enfermaron o murieron por este virus, por ello MUAFRO llevó a cabo una encuesta a fin de recabar datos sobre los impactos que ha tenido del COVID 19 en las mujeres afromexicanas.


Tanto las jóvenes y mujeres afromexicanas entrevistadas señalan que ha habido un aumento en la carga de trabajo de cuidados, sobretodo en cuidar a niños menores y apoyarlos en sus estudios, así como en los quehaceres de la casa, generando altos niveles de estrés, tristeza, ansiedad, depresión y un menor grado de felicidad. “Esta pandemia vino a incrementar mis cargas de trabajo, afectó mi estado emocional y por ende la violencia se hizo presente en y con todas las personas que integramos mi familia; los costos de la educación gratuita se incrementaron al igual que los productos de la canasta básica, sin que hubiera programas de apoyo para las familias afromexicanas; la brecha de desigualdad se hizo mayor al igual que la brecha digital y educativa.” Comenta una de las entrevistadas.


Ante esta realidad ¿Cuál es el futuro para las niñas, jóvenes y mujeres afromexicanas? El racismo estructural en nuestros territorios niega oportunidades académicas de calidad, en una región donde las telecomunicaciones son casi nulas y los maestros sólo acuden 3 días a dar cátedra. Eso sin mencionar que las maternidades jóvenes traen estragos, pues tampoco existen los mecanismos que posibiliten el conocimiento y pleno ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.


El feminicidio de Frida Alondra tiene nombre y se llama racismo estructural, no existen condiciones de libertad ni oportunidades de desarrollo, ni académicas ni económicas que posibiliten el acceso a una vida digna especialmente a niñas y mujeres jóvenes afromexicanas.


Por ello MUAFRO seguirá exigiendo al Estado Mexicano datos desagregados que permitan nombrar y visibilizar las múltiples violencias, condiciones de vulneración de derechos y marginación en las que el racismo estructural, institucional y sistémico ha colocado históricamente a niñas, adolescentes y mujeres afromexicanas ante el silencio de una sociedad cómplice.



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