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Selección de "Promesas, luego la tormenta: Notas sobre las Guerras de Gaza"

Publicado en Camino al Andar

4 de marzo de 2024

Por Melani McAlister[*]

Traducido por Mía Lupica


Protesta estudiantil en las escaleras de la biblioteca central de Harvard “Died In” /Foto Cathal Stephens


El texto que hoy compartimos, son selecciones del libro  Promesas, luego la tormenta: Notas sobre las Guerras de Gaza  que fueron traducidas especialmente para Camino al Andar.


Se trata de un texto escrito durante las primeras semanas del bombardeo israelí a Gaza por la académica y activista Melani McAlister. Durante su estancia como investigadora visitante en el Instituto Radcliffe de Estudios Avanzados de la Universidad de Harvard, la autora estableció diversos diálogos políticos y construyó vínculos de solidaridad con otrxs investigadores y activistas dentro y fuera de la universidad. Tratando de canalizar su frustración y energía política ante el sin sentido de los bombardeos indiscriminados sobre Gaza, empezó a escribir una serie de notas, que tomaron la forma de un diario.  Melani McAlister ha sido por décadas una activista en favor de la causa palestina, y una estudiosa del papel de los Estados Unidos en Medio Oriente. En este proyecto establece un puente analítico entre dos realidades, haciendo conexiones históricas entre el momento actual y las historias de violencias del pasado.  


Lo que aquí compartimos son selecciones de un libro que fue escrito en el otoño del 2023 y que será publicado por la editorial inglesa MACK Press en el otoño del 2024. Sirvan estas notas como una invitación a leer el libro y como una ventana para acercarnos a la historia y las luchas de resistencia del pueblo palestino.


A manera de presentación


Las notas y anotaciones de diario de este libro son del otoño y el invierno de 2023, durante los primeros meses de la guerra de Israel en Gaza. No se pretende presentar una imagen completa del conflicto, sino contar la historia de la guerra desde mi particular punto de vista — como académica estadounidense y persona política, observando con tristeza y furia cómo se desarrollaban los acontecimientos tanto en los Estados Unidos como en el Medio Oriente. El título del libro hace referencia a las guerras de Gaza: literalmente en el Medio Oriente y a guerra retórica y política en los Estados Unidos.

 

Las anotaciones ofrecen múltiples historias, pero están especialmente organizadas alrededor de dos líneas temporales, estableciendo un diálogo entre las décadas de 1980 y 2020, un diálogo que versa sobre el activismo y la guerra, la música y la pintura y sobre todo acerca de la memoria. No obstante, este es un libro no sólo sobre la guerra, sino también sobre las posibilidades para la justicia y la igualdad — aunque éstas residan en gran medida en las esperanzas que artistas y defensores llevan, contra todo pronóstico, hacia el futuro.

 

14 de octubre


Hoy miles de personas se manifestaron en todo el mundo en apoyo a Palestina. [1]


Esto no es inusual en Europa, pero en los Estados Unidos está ocurriendo algo nuevo. Todos los que enseñamos sobre el Medio Oriente lo habíamos notado en nuestros alumnos y alumnas. Yo solía bromear que en mi curso intitulado: “Encuentros Culturales entre los Estados Unidos y el Medio Oriente” -- el cual empecé a impartir a finales de los 90s-- siempre había la misma mezcla de gente: un tercio de estudiantes judíos, un tercio de estudiantes con ascendencia del Medio Oriente y/o musulmana, y un tercio de chicos despistados de Kansas. En aquel momento, los puntos de vista de los alumnxs estaban divididos, como se podría esperar, con alumnxs judíos y alumnxs del Medio Oriente y el Norte de África en dos posturas diferentes y contra puestas, y por otro lado, muchos alumnos de Kansas confudidos.


Pero por la década de 2010, las cosas empezaron a cambiar de forma bastante notable. Había menos apego a Israel entre lxs estudiantes judíos y más interés por la historia Palestina entre muchos estudiantes no árabes. Y con la guerra de Estados Unidos en Irak, también se produjo un alejamiento de la atención exclusiva a Israel y Palestina. En mis clases habían veteranos de Afganistán e Irak, junto a estudiantes radicales que, después de Irak, hablaban con facilidad del imperialismo estadounidense. Las grietas divisorias cambiaron.


Al mismo tiempo, la Primavera Árabe del 2011 también cambió las cosas. Por primera vez, yo podía hablar de la lucha de los árabes por la democracia y mis alumnos podían ver cómo se desarrollaba en las calles. Los estudiantes de la Universidad George Washington (en Washington D.C)  tienden a ser de mentalidad liberal (sea cual sea su identificación política), pero ahora veían algo que abría nuevas vías tanto de pensamiento como de sentimiento: un levantamiento árabe por varios países, con gente arriesgando sus cuerpos en protestas no violentas en Túnez, Egipto, Bahréin, Siria. Eso inspiraba en ellos y ellas un gran respeto.


Los informes de lxs activistas de la Primavera Árabe empezaron a tener una presencia importante en las redes sociales, trayendo noticias de la gente en el terreno. En aquel momento, había una especie de hiper-entusiasmo por la idea de las "revoluciones de Facebook": Los comentaristas estadounidenses estaban quizás excesivamente impresionados por el hecho de que los árabes estaban utilizando internet. Desde entonces, ha habido una gran cantidad de estudios que han desacreditado la idea de que los eventos del 2011 fueron impulsados principalmente por las redes sociales; sí, utilizaron las redes sociales, pero las protestas se construyeron también a la antigua usanza, sobre las estructuras de los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil, con volantes y fotocopiadoras, además de Facebook.[2] Creo que las redes sociales fueron quizás más importantes en el lado de Estados Unidos y Europa, donde la gente de fuera de la región tuvo la oportunidad de experimentar el potencial democrático de obtener noticias más allá de los canales oficiales.


En esta manifestación propalestina de hoy en Washington DC, me doy cuenta de lo relativamente joven que es la gente: veinteañeros o treintañeros. También son racialmente diversos: negros, morenos, asiáticos y blancos. Esto es nuevo para cualquier tipo de activismo en el Medio Oriente, pero tiene sentido para mí. La presidencia de Trump y la llegada del Covid19 provocaron profundos cambios en nuestro país. La gente que está hoy en la calle es gente que se ve a sí misma en la lucha palestina. Son una generación que ha visto a los afroamericanos asesinados por la policía una y otra vez, y que estuvo dispuesta a arriesgar su salud para marchar en el verano del 2020 con el movimiento “Black Lives Matter”. Es una generación que  creció viendo a migrantes Latinx separados de sus familias en la frontera estadounidense, quizás personas de sus propias familias. O fueron radicalizados y traumatizados por la destrucción masiva causada por las guerras de Irak y Afganistán. Ven claramente los vínculos entre las luchas, lo cual no parece terriblemente complicado. La gente en Gaza está siendo bombardeada en sus casas. ¡Libertad para Palestina!

 

Toma de la biblioteca Widener de la Universidad de Harvard en diciembre 2023/Nombres de las personas asesinadas en Palestina Foto: Aída Hernández Castillo

 

15 de octubre

          

Poco más de una semana desde el ataque. Hasta ahora han muerto más de 2.000 palestinos. Israel ha ordenado a los 1,1 millones de habitantes del norte de Gaza que evacuen hacia el sur. Muchos miles empiezan a hacer el viaje. Los que están en hospitales (como pacientes o trabajadores), o que son demasiado viejos, los que no tienen fuerzas para caminar o medios para montar a caballo — ellos no salen. Quizá también haya gente que simplemente no quiera abandonar sus hogares, recordando cómo Israel confiscó permanentemente las tierras de quienes se marcharon durante la guerra de 1948. (Algunas historias israelíes todavía describen implícitamente a los que huyeron en 1948 como cobardes o como tontos que esperaban volver victoriosos tras la victoria de los ejércitos árabes. Como si huir en tiempos de guerra fuera una falta moral, que con razón podía costarte la única vida que habías conocido.[3])


En la parte sur de Gaza, las ciudades de carpas están por todas partes. La  Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA por sus siglas en inglés) anunció el día anterior que sus refugios ya no eran seguros,  y que el agua se estaba acabando. "Por quinto día consecutivo, Gaza se ha quedado sin electricidad, lo que ha puesto al borde del colapso servicios vitales como la sanidad, el agua y el saneamiento y empeorando la inseguridad alimentaria." [4]


Protesta estudiantil silenciosa en la Biblioteca Central de Harvard Foto Aída Hernández C.


19 de octubre

 

En 1982, Israel invadió a Líbano a mitad de la guerra civil libanesa (1975-1990). En ese momento, yo era becaria en la revista Newsweek en Nueva York. Me habían asignado la tarea de comprobar los hechos de los artículos sobre la invasión, que según Israel estaba destinada a destruir la capacidad de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)  para atacar el norte de Israel. Así que comprobé cuidadosamente la ortografía de las ciudades y los nombres de los líderes políticos mientras, día tras día, los tanques israelíes atravesaban el Líbano bombardeando ciudades y pueblos. En la televisión, el humo se extendía por la pantalla mientras las noticias de la noche mostraban imágenes de Beirut en llamas.


Aprendí sobre los campos de refugiados palestinos en Líbano cuando medios como Newsweek y New York Times informaron sobre la metódica destrucción de hogares palestinos por parte de Israel. Para un corresponsal del NYT, la destrucción le recordaba a Vietnam, cuando las fuerzas estadounidenses habían "destruido un pueblo para salvarlo". Yo no tenía edad suficiente para recordar realmente Vietnam, pero sabía lo que estaba viendo: personas de todas las edades asesinadas y mutiladas por un poderoso ejército, simplemente porque estorbaban.[5]


Tres meses después de la invasión, Israel seguía controlando amplias zonas de Líbano. Una noche de septiembre, el general Ariel Sharon permitió la entrada de las milicias de Falange (maronitas) en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila. Como bien sabía Sharon, la Falange había convertido a los palestinos en su principal enemigo durante la guerra civil. Durante tres días, la Falange fue soltada; mataron a más de 1000 civiles. La gente atrapada en los campos fue acribillada por las milicias, mientras los militares israelíes se mantenían al margen — sabiendo, mirando, callado. (Ariel Sharon perdió su cargo de Ministro de Defensa después de que una investigación israelí determinara que era culpable por no utilizar a las Fuerzas de Defensa Israelí para detener la masacre).


La invasión del Líbano cambió algo fundamental para mí, como lo hizo para bastantes otrxs estadounidenses. Amy Kaplan ha sostenido que la guerra de 1982 fue un punto de inflexión en las opiniones estadounidenses sobre Israel, un momento en el que algunas personas, y ciertamente los periodistas, dejaron de ver a Israel como inevitablemente justo. John Chancellor, de la NBC, comentó que lo que estaba viendo era nuevo: "estamos tratando ahora con un Israel imperial, que resuelve sus problemas en un país ajeno, sin que le importe la opinión mundial".[6]

 

Protestas en Cambridge, Massachusetts  Invierno 2023/Foto Jennie Stephens


Este "Israel imperial" no ha sido el único responsable. Esa es la cuestión con Palestina: ha sido ocupada por Israel, pero casi todos le han fallado. Los estados árabes le han fallado a los palestinos una y otra vez, casi siempre expresando solidaridad, pero rara vez trabajando por una solución política real. Y el mundo en general ha observado, animándose de vez en cuando a posicionarse,  sólo para volver a un estado de indecisión o ignorancia. Varios académicos han señalado que la "comunidad mundial" – representada por agencias de la Naciones Unidas y ONGs - ha tenido buenas intenciones, pero en la práctica ha convertido la desposesión palestina en algo funcional,  en una cuestión de gestión burocrática. [7]


Tanto la guerra civil libanesa como la invasión israelí tuvieron que ver con realidades materiales: tierra, recursos, guerra política.  Pero también había otro tipo de poder en juego: el poder de la narrativa, de la memoria.  El costo brutal de la invasión -el bombardeo de Beirut, la destrucción de grandes zonas del sur- creó una ruptura en la narrativa estadounidense de Israel como "víctima invencible" — una imagen paradójica de un Estado y un pueblo que, al mismo tiempo, estaban siempre en peligro, pero seguían siendo imposibles de derrotar. La invasión del Líbano planteó cuestiones sobre ambos aspectos. Manifiestamente, Israel no era una víctima, ni siquiera en los principales medios de comunicación estadounidenses. Y aunque Israel "ganó" en Líbano, al forzar la salida de la OLP, también se compró otra ocupación. Las fuerzas de defensa israelíes pasaron dieciocho años en el sur del Líbano. Esa ocupación mantuvo a raya a la OLP, pero sólo alimentó el ascenso de otros grupos armados, como Hezbolá.


Y sin embargo, gran parte de eso queda olvidado. En los Estados Unidos, apenas se recuerda la matanza gratuita de refugiados palestinos atrapados hace cuarenta años; "Sabra y Shatila" sólo significa algo para los académicos del Medio Oriente y para algunos árabe-americanos. Esa es la violencia del control sobre la narrativa; incluso ante la evidencia de lo contrario, las historias hegemónicas pertenecen a los poderosos.[8] "El mundo guardó silencio mientras moríamos", es el elocuente título del libro-dentro-del- libro de la novela de Chimamanda Ngosi Adichie sobre Biafra, La Mitad de un Sol Amarillo.[9] En ella, denuncia la capacidad del mundo para permitir que algo tan horrible como la guerra entre Nigeria y Biafra (1967-1970) desaparezca de la memoria. El mundo olvida lo que una vez conoció, suprimiendo al margen el sufrimiento, la matanza y los culpables.


Un año después de la invasión israelí del Líbano, en 1983, el pintor iraquí Dia al-Azzawi realizó un extraordinario, inolvidable y monumental dibujo (9 x 21 pies) a pluma y tinta. Masacre de Sabra y Shatila es un montaje de cuerpos (animales y humanos), armas, objetos domésticos, cosas que podrían ser instrumentos musicales. Es un acto desafiante de memoria, sus imágenes casi de dibujos animados se extienden por un lienzo demasiado grande para ser ignorado. Durante años estuvo errante y casi desconocida fuera del mundo árabe. El museo Tate de Londres la adquirió en 2014. Es delicada, no obstante, así que solo se expone unos meses al año.[10]


El libro de Melanie McAlister es un diario escrito mientras somos testigos, en tiempo real, de un genocidio perpetrado por el Estado de Israel con la complicidad del gobierno de los Estados Unidos. Haciendo puentes históricos entre las múltiples violencias que ha marcado al colonialismo de asentamiento que sufre el pueblo palestino, la autora hace un llamado a romper el silencio y unirnos a la demanda mundial por el cese al fuego en Gaza y por la ¡Libertad para Palestina!


Esperamos pronto tenerlo traducido todo al español.



[*] Melani McAlister es profesora de Estudios Americanos y Asuntos Internacionales en la Universidad  de George Washington University en Washington, DC. Es una estudiosa de la historia política y cultural de los Estados Unidos en el mundo. Es autora del libro premiado The Kingdom of God Has No Borders: A Global History of American Evangelicals (2018, re-editado en 2022),  y de Epic Encounters: Culture, Media, and U.S. Interests in the Middle East since 1945( 2005).

 

[1] "Fotos: Concentraciones de Solidaridad con Palestina en Todo el Mundo", Al Jazeera, consultado el 24 de febrero de 2024, https://www.aljazeera.com/gallery/2023/10/15/palestinian-support-demonstrations-around-the-world.

[2] Jessica Winegar, "Egipto: Una Revuelta Multigeneracional", Jadaliyya, 21 de febrero de 2011, https://www.jadaliyya.com/Details/23721/Egypt-A-Multi-Generational-Revolt.

[3] Para un ejemplo especialmente brutal, véase Arieh L. Avneri, La Afirmación del Desposeimiento: La Colonización Judía y los Árabes 1878-1948, 1ª edición (Richmond, Surrey: Routledge, 1982).

[4] "Informe de Situación #6 Sobre la Franja de Gaza y Cisjordania", UNRWA, 16 de Octubre de 2023, https://www.unrwa.org/resources/reports/situation-report-6-gaza-strip-west-bank.

[5] Amy Kaplan, Nuestro Israel Americano: Historia de una Alianza Enredada (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2018), 136-45.

[6] Kaplan, 136.

[7] Véase en particular Ilana Feldman, La Vida Vivida en Relevo:Predicamentos Humanitarios y Política de los Refugiados Palestinos, primera edición (Oakland, California: University of California Press, 2018).

[8] Lisa Lowe, Las Intimidades de Cuatro Continentes (Durham: Duke University Press Books, 2015); Saidiya Hartman, Pierde tu Madre: Un viaje por la ruta Atlántica de la Esclavitud, Primera edición (Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 2008).

[9] Chimamanda Ngozi Adichie, La Mitad de un Sol Amarillo, edición reimpresa (New York: Anchor, 2007).

 







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