Publicado en La Jornada Morelos
16 de marzo de 2023
Por Oralba Castillo Nájera
Hace cuatro años asesinaron a Samir Flores Soberanes, pero su presencia de luchador incansable contra del Plan Integral Morelos, está presente. El Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua en Puebla, Morelos y Tlaxcala, continúa en resistencia y rebeldía.
La articulación de este movimiento con otros, que también defienden la tierra y el agua, crece y se fortalece.
La combinación de luchas por medios jurídicos, como los amparos, se acompañan con acciones directas, a manera de articular sin tregua la lucha popular. A pesar de que el Frente en Defensa por la Tierra y el Agua cuenta con 19 amparos, éstos son violados por funcionarios oficiales que ignoran los documentos de los pueblos dejándolos en el olvido.
Las acciones continúan, van desde plantones, mítines, reuniones con compañeros de otras regiones, contando con presencia de organizaciones internacionalistas. Marchas, manifestaciones, cierre de calles, pinta de bardas, murales, mantas, periódicos, carteles, radios comunitarios, medios digitales, todo lo que está a la mano, y lo que no, se inventa, para continuar luchado por la vida.
Hace tiempo que el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional afirmó que la lucha ya no era por la izquierda o la derecha, sino por la vida sin más. Es consigna: sin agua no hay vida, sin tierra no hay que comer, el agua vale más que el oro. El despojo de tierras, viento y aguas ha creado confrontaciones, encaminadas a aniquilar las comunidades, prioritariamente, indígenas y campesinas, quebrar sus usos, costumbres, culturas y tradiciones. Destruir formas de vida comunitarias. ¡La lucha sigue!
A cuatro años del asesinato, en Amilcingo se organiza una carrera por la memoria y la vida de Samir. Recorrer el pueblo, sus campos de cacahuate amaranto, calabaza, maíz, sorgo, -aún no contaminados-, subir y bajar a las barrancas, a donde Samir llevaba a sus hijos y alumnos para que conocieran el campo, formado una escuela no sujeta a libros y cuadernos sino aparejada a la vida.
La carrera por la vida y la memoria que florece llama a no olvidar los años de lucha – 2011 hasta hoy-, cuántos compañeros perseguidos, golpeados, torturados, amenazados, asesinados y en pie de lucha.
La termoeléctrica sigue sin funcionar, se ha convertido en monumento a la infamia, ocupa más de 45 hectáreas, que fueron compradas prometiendo vivienda, trabajos bien pagados, escuelas, salud, dinero. Nada es realidad.
La enorme y fea construcción con chimeneas, que, de vez en vez, echan humo negro y hacen ruido, no se puede poner a andar, no hay agua suficiente, a pesar de haber encajado un tubo en el rio Cuautla, robando agua a los pueblos agrarios. No es suficiente. Para lo que sí, se usa, es como cuartel de la Guardia Nacional que intimida, graba, toma fotos de los opositores, vigila. La termo es una enorme estructura que no genera energía. Ha sido clausurada simbólicamente por los compañeros, en sus paredes y puertas se han pintado murales, grafitis, realizado rituales con sahumerios, flores y cantos, peregrinaciones, encuentros, festivales de música y baile, mesas redondas, videos, documentales, reuniones zoom, con diversos puntos del planeta y se ha propuesto se aproveche para construir una universidad.
El Plan Integral Morelos, el mal llamado Tren Maya, el Corredor transístmico, el Aeropuerto Felipe Ángeles son empresas del Ejército; carente de poder político, el presidente se entrega al ejército, único que puede –piensa–, capaz de contener la rabia, rebeldía y levantamiento de los pueblos organizados, muchos, abajo y la izquierda.
AMLO hundido en sus mentiras cotidianas, sordo a los cien mil y más desaparecidos, siete mujeres asesinadas todos los días, migrantes muriendo en la frontera obedeciendo a Trump, periodistas y ambientalistas asesinados, cárceles y territorios dominados por carteles de la droga. La Impunidad ahoga. Toda esto invisible en la optimista Mañanera.
Seguido la terca realidad se cuela a Palacio Nacional. Los de cuarta chapotean entre muertos del metro, mineros bajo escombros, madres buscadoras asesinadas, los 43 sin resolver y una enorme cola que pisar. Solo el pueblo tejiéndose con los principios que Samir Flores alumbra, puede hacer realidad la vida.
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