Por Marcos Roitman Rosenmann.
Publicado en Camino al andar.
10 de julio de 2021.
Foto: Francisco Lion.
El EZLN no ha dejado de sorprenderme. Un nuevo modo de pensar y actuar nacía en selva Lacandona. Hasta su irrupción, el 1 de enero de 1994, Chiapas figuraba en el mapa de los turistas aventureros y en las rutas para europeos ricos y plutócratas latinoamericanos. Las oligarquías terratenientes vivían a sus anchas. Expropiaban tierras comunales, violaban, destruían las milpas, y asesinaban con el beneplácito de las autoridades locales, regionales, estatales y federales. Un orden construido sobre la explotación de los pueblos originarios, conceptuados como borrachos, pendencieros, vagos, maleantes e indignos de ser considerados seres humanos, se levantaba con la anuencia de la sociedad blanco-mestiza. Solo eran indios. Sus territorios podían ser esquilmados en beneficio de expandir el latifundismo de caciques locales, trasformados en terratenientes. Violencia y represión es el lenguaje del colonialismo interno.
En más de quinientos años, los pueblos originarios nunca han dejado de luchar, en ellos se esconde la rebeldía, la digna rabia. Son estas virtudes, entre otras, las que hicieron cambiar la historia de México y sin ser maximalista, las resistencias anti-neoliberales en todo el mundo. El 1 de enero de 1994, la brújula que señala al norte oteo al sur. Eran los zapatistas, gentes con pasamontañas, luchando por la justicia, la democracia, levantando la bandera de la dignidad. Desde la Primera Declaración de la Selva Lacandona: Hoy decimos ¡Basta!, hecha pública el 2 de enero de 1994 hasta La declaración por La vida, del 1 de enero de 2021, hay continuidad, la misma que se manifiesta en La Travesía por la vida de junio de 2021. Un viaje a la vieja Europa donde “confrontaran las conclusiones a las que han llegado, con científicos, artistas, filósofos y analistas críticos de todo el mundo, pero no solo, también y especialmente con quienes, en la cotidianidad de sus luchas, han padecido y advertido las desgracias por venir. Porque, en lo que a lo social se refiere, tenemos en alta estima el análisis y la valoración de quien se juega el pellejo en el combate contra la máquina, y somos escépticos de la de quien, desde la óptica externa, opina, valora, aconseja, juzga y condena o absuelve”.
Si en 1994 se llama a luchar por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz; en La declaración Por La vida, se alertan de los dolores de la tierra: “la violencia contra las mujeres; la persecución y desprecio a los diferentes en su identidad sexual, su identidad afectiva, emocional, sexual, el aniquilamiento de la niñez, el genocidio contra los originarios, el racismo, el militarismo; la explotación; el despojo; la destrucción de la naturaleza”.
Los andares zapatistas dejan huella, no cesan de batallar por hacer realidad sus demandas y compartir sueños: construir un país libre y un gobierno democrático. Un Estado plurinacional y multiétnico, con autonomía y reconocimiento de los pueblos originarios, aquello que definían los Pactos de San Andrés, traicionados una y mil veces, por todos lo mal gobiernos que han sido.
El EZLN ha mostrado coherencia, no ha doblado el brazo ante los cantos de sirena para ser cooptados. En 1996, Pablo Gonzalez Casanova hablará de la teoría de la selva a tenor del Primer Encuentro Internacional por la Humanidad y contra el Neoliberalismo.
“La teoría de la selva Lacandona contra el neoliberalismo y por la humanidad lleva el sello de las nuevas formas de pensar, sentir y actuar (…) no es utópica a la antigua; construye la utopía desde lo real. No recuerda la edad utópica, ni la espera, ni va a ella, aunque use la imagen del barco y lo construya en la selva. No es milenarista ni es fundamentalista. Sus partidarios declaran que no saben a dónde va la historia del hombre-mujer y confiesan que no tienen una estrategia exacta o inexacta para que los seres humanos vivan con libertas, sin opresiones, ni exclusiones. No corresponde tampoco a una visión quijotesca o robinhoodiana; combina la aventura y el episodio heroico y justiciero con la organización de sanchos y campesinos que la dirigen, construyen, prueban, amplían a lo largo de varios años, y que ellos mismos corrigen en descubrimientos sucesivos de lo necesario y lo posible; letrados muchos o auxiliados de letrados que se les juntaron. La teoría de la selva no es pre-moderna; su magia es el espectáculo movilizador. Su ‘idolatría de la naturaleza’ sólo es un complemento de esa cultura universal, crítica y técnica, con que también aprenden a dominar.”
El EZLN puso el mundo patas pa’rriba. Si el mundo giraba más a la derecha y el capitalismo izaba la bandera de victoria, la emergencia del EZLN, es un punto de inflexión. Fue la creación de redes de insurgencias. Una red de redes. Para los que no habían nacido, la Unión Soviética se diluía en 15 Estados, algunos con nombres raros: Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán o Turkmenistán. Y los países de Centroeuropa, terminaron en guerras, divisiones, matanzas, genocidios. Yugoslavia se partía en seis: Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. Y aun esta Kosovo y Voivodina. Checoslovaquia se dividió en dos: Chequia y Eslovaquia. Y en América latina se vivía el abandono de los principios, de la lucha anticapitalista.
La sensación de derrota fue total y la necesidad de abrazar el neoliberalismo se convirtió en una pesadilla para las tres cuartas partes del planeta. La desigualdad aumentó, igual lo hizo el hambre, la explotación, las pandemias. La revolución era ya cosa del pasado. Pero el EZLN no desistió, llamo a luchar, a construir pensamiento liberador, a repensar la izquierda, los proyectos, las alternativas. Provoco debates, convoco a pensar sin dogmatismos, una y otra vez. La selva Lacandona. Los Caracoles y las Juntas de buen gobierno se trasformaron en experiencias de hacer democracia mandando y obedeciendo. En medio redactaron La Sexta Declaración de la Selva Lacandona, dejando claro el carácter anticapitalista de la lucha, de la rebeldía, y luego la Digna Rabia, hasta llegar a los debates sobre la Hidra Capitalista. Hoy, nos vuelven a sorprender: La travesía por la Vida. Una manera de “DESPERTAR”. Rescatar el pensamiento crítico, el debate transformador. Han dejado claro contra quien se lucha: un sistema criminal que mata, violenta y destruye todo lo que toca: el capitalismo. Como señala el SupGaleano, en este viaje, se trata de complicidades, de abrazar al otro, de señalar que la resistencia vale la pena, que sin rebeldía no es posible “el sueño de un mundo no perfecto, pero si mejor: un mundo sin miedo”. Por eso el EZLN no ha dejado de buscar salidas, de pensar y hacernos despertar, en su generosidad y coherencia, no dejan de sorprenderme.
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