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¡Buscando nos Encontramos! VII Brigada Nacional de Búsqueda y su apuesta por la paz

Publicado en Camino al Andar

12 de diciembre de 2022

Por R. Aída Hernández Castillo

Foto: Juan Pablo Muciño Correa


Con la consigna ¡Buscando nos Encontramos! la Brigada Nacional de Búsqueda hace referencia a la forma en que esta estrategia de búsqueda de personas desaparecidas se ha transformado en un espacio heterogéneo, articulador de organizaciones y personas procedentes de todo el territorio mexicano. Nos encontramos entre nosotras y nosotros, con distintas genealogías políticas, historias personales, espiritualidades y bagajes culturales. Nos encontramos también a nosotras mismas, tomando conciencia de la importancia de fortalecer nuestras comunidades ante las violencias estructurales y extremas que afectan nuestras vidas. Los 190 colectivos que participan en la Red de Enlaces Nacionales y en la Brigada Nacional de Búsqueda (BNB), se han convertido en la conciencia de la sociedad, recordándonos la crisis de derechos humanos que vive el país y haciendo un llamado a romper la indiferencia y el silencio.

Foto: Juan Pablo Muciño Correa


Por segunda vez la BNB visitó el estado de Morelos, del 27 de noviembre al 9 de diciembre, con la participación de unas trecientas personas, integrantes de Colectivos de Familiares de personas desaparecidas y solidarios que les apoyan en sus búsquedas. Si bien la principal noticia que cubrió la prensa fue el hallazgo de los cuerpos de seis personas, durante estas dos semanas, la brigada hizo una apuesta por la paz, tocando las conciencias y los corazones de unas cinco mil personas en sus recorridos por todo el territorio morelense.

Foto: Juan Pablo Muciño Correa


El sueño que tuvo María Herrera Magdaleno (Mamá Mary) en el 2016, de crear una estrategia de intervención que permitiera fortalecer los vínculos entre todos los colectivos de búsqueda del país, se ha vuelto una realidad. Con el dolor de la desaparición de sus cuatro hijos, Mamá Mary ha transformado su pérdida en energía política, convocando con su hijo Juan Carlos Trujillo, a una generación de jóvenes activistas a coordinar la BNB a través de seis ejes de trabajo: búsqueda en campo, búsqueda en vida, identificación forense, eje de espiritualidades y comunidades de fe, educación para la paz con comunidades escolares y sensibilización de autoridades.




Fotos: Juan Pablo Muciño Correa


Durante estos seis años, se han realizado siete brigadas en los estados de Veracruz, Sinaloa, Guerrero y Morelos, enfrentando los retos organizativos y económicos que implica movilizar y recibir a cientos de personas, muchas veces en comunidades pobres y precarizadas como Amatlán de los Reyes en Veracruz o Huitzuco, Guerrero. La diversidad interna del movimiento, es al mismo tiempo su fortaleza, como su principal reto. Convergen estilos culturales y políticos muy distintos, de quienes desde el feminismo venimos trabajando en contra de la violencia hacia las mujeres; quienes desde comunidades eclesiales han hecho del trabajo de pastoral su herramienta en las luchas por las justicias; jóvenes que se formaron con el movimiento zapatista y algunos que creen que la legalización de las drogas es una estrategia importante para desarticular la violencia del narco; colectivos que le apuestan a la negociación con el Estado y otros desencantados del complejo e inútil aparato burocrático que se ha construido en torno a la búsqueda de personas. Es desde esta diversidad, que se han construido alianzas, que siempre implican tensiones y negociaciones. Como solidaria del movimiento, no deja de sorprenderme el papel tan inspirador que juegan las familias frente a las distintas generaciones de activistas que trabajamos con ellas. Se han convertido en nuestras maestras, transmitiéndonos su energía política, pero también son las principales expertas en el análisis de contexto, y se han apropiado los saberes forenses y legales, usándolos para buscar y supervisar a las autoridades forenses y judiciales, que la mayoría de las veces no hacen su trabajo correctamente. No obstante el complejo aparato burocrático que se ha construido en torno a la desaparición de personas: con fiscalías, comisiones locales, estatales y nacionales de búsqueda y atención a víctimas, con mecanismos forenses y centros de identificación humana; siguen siendo los colectivos de familiares, quienes más encuentran personas desaparecidas y quienes hacen el principal acompañamiento de manera sensible y solidaria, a otras familias que se acercan a ellos.



Fotos: Juan Pablo Muciño Correa


En un estado como Morelos, en donde oficialmente existen 2194 personas desaparecidas, donde se han creado Comisiones locales de Búsqueda y de Atención a Víctimas, una Fiscalía Especializada en Desaparición de Personas, y en donde en agosto pasado se inauguró el Centro Nacional de Identificación Humana (CNIH), fue necesario que viniera en octubre del año pasado la BNB para que se encontraran 14 fosas clandestinas en Mixtlalcingo, municipio de Yecapixtla, en lo que ha sido considerado un centro de exterminio. Se necesitó que la brigada regresara este año, para encontrar seis cuerpos más y una cantidad de restos óseos aún no individualizados, en el ejido de Cuautlixco, al norte del municipio de Cuautla, a pocos kilómetros del 5to Regimiento Mecanizado de la 24 Zona Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Es una paradoja que todo el presupuesto invertido en complejo aparato forense no ha sido suficiente para lograr durante todo el año, los hallazgos que las familias con recursos propios y redes solidarias, han obtenido en dos semanas. Es por eso que, en su comunicado de cierre de la Brigada, la Red de Enlaces Nacionales señalaba: “La creación de marcos legales, comisiones locales de búsqueda y oficinas municipales para la atención a la desaparición y las violaciones a derechos humanos, sólo serán efectivas si hay también una transformación en las prácticas y culturas institucionales de quienes ocupan esos espacios” (https://www.facebook.com/brigadadebusqueda/).

Foto: Juan Pablo Muciño Correa

Foto: R. Aída Hernández Castillo


La apuesta a la tranformación de las culturas institucionales, es lo que ha llevado a la BNB a reunirse con funcionarios públicos, fuerzas de seguridad y agentes judiciales, para compartir sus testimonios, demandar que cumplan con su trabajo de manera seria y responsable y promover entre ellos una cultura de paz. Se trata de uno de los espacios más difíciles de transformar, no solo porque existe una larga historia de estilos burocráticos violentos, racistas, clasistas y misóginos, que han sido profundamente internalizados, sino también, porque en algunas regiones existen complicidades entre el crimen organizado y los funcionarios públicos. Sin embargo, el trabajo de sensibilización de la BNB ha dado algunos frutos en estas esferas, como el papel tan importante que ha jugado la Oficina de Atención a Víctimas y Búsqueda de Personas Desaparecidas, en Yecapixtla, en donde la Lic. Margarita Soledad García Díaz, ha puesto el cuerpo y el corazón en la búsqueda de personas desaparecidas, convirtiéndose en una aliada solidarias de las familias, muchas veces corriendo riesgos con ellas en territorios marcados por la violencia del narco. Su ejemplo da una luz de esperanza, sobre las posibilidades de transformar las culturas burocráticas.


Fotos: Juan Pablo Muciño Correa


En la promoción de una cultura de paz, ha sido también fundamental el Eje de Escuelas de la brigada, que ha inspirado la creación de un eje similar por parte del Colectivo Regresando a Casa Morelos (https://adondevanlosdesaparecidos.org/2022/11/10/educacion-para-la-paz-ante-la-desaparicion-de-personas-reflexiones-desde-la-experiencia-de-una-buscadora-segunda-parte/) . En su visita reciente al CONALEP de Tepoztlán, me tocó atestiguar la manera en que los familiares tocaron los corazones de los estudiantes, no solo compartiendo sus testimonios, sino hablándoles de manera cariñosa sobre la importancia de la prevención, del auto-cuidado y de la comunicación con sus padres y madres, para evitar ponerse en situaciones de riesgo. Desde una pedagogía del amor, que va acompañada por un artivismo de música, danza y recursos de multi-media, el Eje de Escuelas de la BNB, logró que los jóvenes tepoztecos entendieran que los y las desaparecidas nos faltan a todos y todas, y que el fortalecimiento del tejido comunitario es fundamental para evitar que la violencia del crimen organizado se extienda en nuestros territorios. El diálogo entre las familias y les estudiantes, terminó con abrazos y lágrimas solidarias entre ambos grupos y con la elaboración de una mándala de flores, que representaba la esperanza y la luz que nos une cuando buscando nos encontramos.

Foto: R. Aída Hernández Castillo


Ante una de las peores crisis de derechos humanos que enfrenta nuestro país, con 108 mil 787 personas desaparecidas oficialmente reconocidas (lo cual es probablemente un sub-registro), los colectivos de personas desaparecidas se han convertido en unos de los principales actores políticos para la transformación social y la construcción de una cultura de paz que tan urgentemente necesita nuestro país. Sirvan estas líneas para agradecer su fuerza y su inspiración y para ratificar el compromiso de seguir acompañando sus luchas, recordándoles que ¡No están solas!

Foto: R. Aída Hernández Castillo




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