Publicado en Camino al Andar
12 de febrero de 2023
Por Daniel Giménez Cacho
Foto: Amehd Coca
Cuando yo tenía 12 años (en 1973) me asombró que una balsa cruzara el atlántico impulsada solo por una pequeña vela y las corrientes del mar. Se trataba de un experimento del antropólogo hispano mexicano Santiago Genovés. El buscaba entender los fenómenos de violencia que anidan en el alma humana y esperaba que la convivencia en la balsa a lo largo de tres meses, le arrojara alguna luz sobre el asunto. Nada fue como se esperaba y no quiero decir más…. Quien quiera, puede ver un interesante documental llamado La Balsa del director Marcus Linden.
40 años después supe de otra expedición similar: Un grupo de 7 rebeldes zapatistes de la selva chiapaneca (no estoy usando la e por estar a la moda sino por incluir a una persona del Escuadrón 421), se embarcó en México en un pequeño navío centenario para llegar a Europa. Los motivos de esta expedición son bien distintos a los de aquella tripulación también multiétnica, encabezada por Santiago Genovés, que hizo por cierto el viaje en sentido contrario (de Europa a México). Aquí seguimos hablando de la conducta humana pero con la diferencia de que la conducta humana de les zapatistes está dirigida no sobre sí misma y su agresividad, sino hacia afuera de sí, hacia el ancho mundo y la construcción colectiva de la paz, la dignidad y un mundo donde quepan todos los mundos.
La cinefotógrafa María José Seco y Diego E. Osorno estuvieron en ese viejo barco y han producido un hermoso documental sobre esa expedición y sobre las muchas cosas humanas que sucedieron a bordo. El documental se llama La Montaña y les recomiendo mucho que lo vean. En medio del inmenso mar de ruido que nos rodea, avanzando lentamente, navega un viejo barco (y lo sigo viendo navegar) con un pequeño y poderoso mensaje: nos necesitamos unos a otras, otras a unos y unes a todoas.
No hay épica, no hay heroísmo. Con una mirada simple y profunda este documental da cuenta de un humilde gesto: llevar una semilla al otro lado del océano. Esa semilla, si florece, dará frutos que alimenten la larga lucha contra un sistema que destruye la tierra y que nos está matando. El documental y la expedición que se narra, detonan variada reflexión y visiones amplias, como la mar por la que esta montaña-embarcación zapatista cruza hacia Europa y el mundo. ¿Cómo debería ser el futuro? ¿Qué podemos hacer?
Una respuesta que se escucha en el documental me llamó la atención: Podemos decidir dónde poner nuestra mirada y evitar que la muerte nos obligue a mirar lo que ella desea que miremos.
Este insólito cruzar el atlántico será sin duda el primer viaje de muchos, varias semillas serán sembradas en varios rincones del ancho mundo. Nos toca regarlas, cuidar su crecimiento y repartir los frutos que esta pequeña gran acción nos regale.