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Bienvenidos a la otra Europa

Por Jaime Pastor.

Publicado en Camino al andar.

05 de julio de 2021.

Foto: Inés Durán Matute.


Bueno, para serles sinceros como zapatistas que somos: no sólo vamos a confrontar nuestros análisis y conclusiones con lo otro que lucha y piensa críticamente. Vamos a agradecer a lo otro su existencia”. Esto escribe el SupGaleano en “La Travesía por la Vida: ¿A qué vamos?” y estoy convencido de que el agradecimiento es mutuo: porque soy uno más de tantos y tantas compas de lucha en esta Europa que hemos guardado siempre en nuestra memoria el impacto enorme en nuestras vidas que significó vuestra irrupción desafiante aquel 1 de enero de 1994 en Chiapas. Fuisteis, como ha recordado recientemente Raoul Vaneigem, “los primeros en romper el yugo de lo imposible” en aquellos tiempos de triunfalismo del capitalismo neoliberal y, con él, de un discurso del TINA que todavía sigue instalado, también para gran parte de las autodenominadas izquierdas de entonces y de ahora, como dogma incuestionable en nuestras sociedades.


Ya desde aquel día vuestro ejemplo fue un estímulo para iniciativas en muchos lugares, como la que en Madrid emprendimos en septiembre de aquel mismo año mediante la celebración del Foro Alternativo “Las otras voces el planeta”, en respuesta a la Asamblea conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en el 50 aniversario de su nacimiento: “¡50 años bastan!”, gritábamos. Después seguirían otras iniciativas y encuentros en el marco ya del movimiento transnacional que se fue extendiendo a muchas partes del planeta Tierra, como el Foro Social Europeo en Florencia en 2002 “contra el neoliberalismo, la guerra y el racismo”, de donde salió la convocatoria a la jornada del 15 de febrero de 2003 contra la guerra imperialista emprendida contra Iraq.


Más tarde, en diciembre de 2008 pude disfrutar del Primer Festival Mundial de la Digna Rabia en México DF, en San Cristóbal de las Casas y en el Caracol de Oventik en un fin de año inolvidable junto a muchas gentes de distintos continentes. Para mí, como creo que para quienes venían como yo de esta Europa, fueron “unas jornadas enormemente intensas y ricas en argumentos, emociones y afectos con miles de personas dispuestas a gritar bien alto que ‘Otro mundo y otro camino, por abajo y a la izquierda’, son posibles”.


Por eso estoy seguro de que, en efecto, vuestra presencia en Europa ahora es vista como “perturbadora, por decir lo menos, cuando no francamente irruptora” por quienes se empeñan en negar que otro mundo en el que quepan todos los mundos sea posible.


Porque venís a confrontar vuestras experiencias y preguntas aquí en estas tierras con quienes compartimos la misma denuncia de un crimen en curso, y especialmente con quienes “en la cotidianidad de sus luchas, han padecido y advertido las desgracias por venir”: las producidas por un “planeta homogeneizado y hegemonizado por un sistema: el capitalismo”. Porque también aquí las luchas contra las cuatro ruedas del capitalismo –explotación, despojo, represión y desprecio- no dejan de manifestarse por doquier pese a las derrotas sufridas (como dijo el Che Guevara, “no se vive celebrando victorias sino superando derrotas”) y a la resignación, la indiferencia, el cinismo y el odio a lo otro que este sistema fomenta.


Son muchas las experiencias de las que también aquí estamos aprendiendo en nuestra aspiración común a otra Europa, pero me limitaré a mencionar la que han vivido y viven las jornaleras de la fresa en Huelva. Es en protestas como ésta donde es fácil comprobar, como ha escrito Pastora Filigrana, la denuncia de “cómo funciona este sistema que entrecruza la violencia del capitalismo, el patriarcado, el racismo y la explotación de la tierra y los recursos naturales. Todas las vertientes del sistema neoliberal en una sola comarca”. Es la denuncia de este sistema y de todas las formas de dominación y opresión que practica a la que nos convoca e interpela esa lucha jornalera poniendo en el centro la defensa de una vida digna frente al capital.


Estamos viviendo todavía una pandemia, convertida por este sistema en una sindemia, que no ha hecho más que agravar una sucesión de crisis que aceleran el camino al desastre. Sabemos también que “el hundimiento en curso no es sólo de un sistema, sino del mundo entero, completo, total, hasta el rincón más apartado y aislado, y no sólo el de sus centros de Poder”. Por eso se trata, ahora más que nunca en el pasado, de “cambiar el mundo de base” o, más claro, de, como proponéis, hacer un mundo nuevo.


No puedo dejar de recordar que vuestra visita coincide con el 150 aniversario de un levantamiento popular en París, la capital de la modernidad de entonces, que durante 72 días conmocionó toda Europa. Aquella Comuna de París fue la primera experiencia en la historia de que el autogobierno plebeyo era posible, pero la guerra y la brutal represión que se desencadenaron contra ella impidieron que triunfara y se extendiera su aspiración a una República social y universal. Con todo, pese a su derrota, se convirtió en el punto de partida de un nuevo imaginario social emancipador y, con él, de un hilo rojo que fue mezclándose cada vez más con otros colores y que se fue enriqueciendo con las múltiples experiencias de lucha vividas desde entonces, como la que los zapatistas representáis con las Juntas de Buen Gobierno y el “mandar obedeciendo”. Por eso es también muy simbólica vuestra llegada.


Así que gracias por vuestra “travesía por la vida” porque la necesitamos, porque venís a compartir nuestra común reivindicación de que “valen la pena la resistencia, la lucha, el dolor por quienes ya no están, la rabia de que esté impune el criminal” y porque podremos conversar sobre ese “montón de preguntas” que allí y aquí nos estamos haciendo.



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