Publicado en Camino al Andar
15 de marzo de 2024
Por Inés Durán Matute y Libertad Huerta Rodríguez
El 8 de marzo marchamos. Tomamos las calles para denunciar un estado feminicida que se alimenta de la sangre y lágrimas de mujeres. Avanzamos con firmeza para detener tanta violencia y acompañarnos unas a otras. Salimos para desenmascarar a sus perpetradores, para tumbar estructuras y relaciones que los respaldan y para condenar prácticas machistas acosadoras, denigrantes y cosificadoras contra nuestras cuerpas. Nos unimos para construir nuestra libertad y seguridad colectiva, y dejar de alimentar un falso odio entre hermanas. Gritamos por quienes no lo pueden hacer, luchamos por quienes ya no están. Caminamos con las compañeras de la batucada, de la comparsa, con las artistas, con las trabajadoras, con las maestras; caminamos con abuelas, madres e hijas; caminamos con niñas, estudiantes, mujeres indígenas, trans; caminamos con las madres que buscan a sus hijxs desaparecidxs, con las madres cuyas hijas fueron víctimas de feminicidio. De México a Palestina, exigimos un alto al fuego, alto al genocidio: ¡Desde el río hasta el mar!
El 8M volvió a ser un recordatorio al mundo de que ya no vamos a callar ni a tolerar. Marchando, gritando, denunciando, cantando, bailando, abrazando, bordando, rayando y rompiendo, seguiremos... Somos mujeres que luchan hasta que caiga el patriarcado. En nuestro corazón se siembra la organización. No tenemos miedo, mantenemos esa lucecita encendida. Juntas latimos para hacer otros mundos posibles.
