Publicado en Camino al Andar
29 de marzo de 2024
Por Andrea Cegna
Foto: Francisco Lion
En un mundo que cambia, la revolución del EZLN es un elemento continuo, aunque transformador, que se mantiene firme en la elaboración de un pensamiento, y una práctica, anticapitalista, compuestos por una decidida visión decolonial y antipatriarcal. Tantos no que se materializan en un gran sí -la autonomía indígena-, una idea de otro mundo posible.
El EZLN ha tenido que enfrentar muchos cambios en estos 40 años de vida, y 30 de insurrección. Los internos, el primero, y más importante, haber cambiado la trayectoria revolucionaria marxista-leninista con la que el grupo fundador entró a la Selva Lacandona el 17 de noviembre de 1983, dándole una nueva forma construída, juntos con la comunidades, con la cosmogonía indígena maya. Luego vinieron los muertos de la guerra, los muertos por ataques paramilitares, los cambios de roles, las nuevas generaciones y los choques entre corrientes. Las externas, los cambios de gobierno -hasta seis-, luego las distintas formas de contrainsurgencia desde la militar de 1994 hasta la que combina crimen organizado, guerra de baja intensidad, paramilitarización, y las políticas sociales y cambios geopolíticos de hoy. Asì como los cambios geopolíticos y el nuevo paradigma capitalista.
En este escenario es importante recordar que mientras entre 1983 y 1994 hubo varias guerrillas e impulsos revolucionarios en Abya Yala, hoy el EZLN se ha quedado de hecho solo. Ciertamente la idea de la autonomía indígena, no impulsada por una lucha armada, ha sido retomada y aplicada de diferentes maneras en el centro de México con el caso quizá más interesante de Cherán y Michoacán. La revolución zapatista sigue basándose en ser a la vez cívica y militar, manteniéndose el ala militar tan organizada como cualquier ejército, es decir, verticalmente. Al mismo tiempo que el ejército es el lugar de formación política, es el mismo ejército que decidió cuestionar el uso de la violencia ya en su fase clandestina. Así, desde el 12 de enero de 1994, ha sido un elemento de protección comunitaria, pero inactivo de facto desde el punto de vista militar. Ha habido muy pocos enfrentamientos armados desde la apertura del diálogo de paz, y frente a las provocaciones de los últimos 30 años, la respuesta prácticamente nunca ha sido armada. Una revolución compleja, un levantamiento que comenzó bajo el signo del fuego y la muerte y pronto pasó al terreno de las palabras. Así, un movimiento armado y militar se convirtió en símbolo de los movimientos no violentos y de los movimientos antiglobalización de medio mundo. Fue un movimiento que relanzó la insurgencia indígena que en el continente americano se articulaba en resistencias locales a menudo no organizadas y casi siempre invisibles, pero que al mismo tiempo formaban parte de un debate ferviente y creciente capaz de alimentar un nuevo rumbo y una revisión del pensamiento poscolonial y decolonial. La revolución zapatista ciertamente dio, también en su capacidad de acompañar la acción política con la producción teórica, un estímulo considerable a tal pensamiento crítico, sin embargo formalmente el mundo académico no lo reconoce. Anomalías que rozan la particularidad única de la experiencia neozapatista, donde la palabra, la radicalidad de los hechos y la obstinación por crear un mundo capaz de contener muchos mundos hicieron que el odio, el resentimiento y la violencia dieran paso a la construcción de alternativas, puentes de paz y propuestas de diálogo..... "sin perder la ternura" y sin retroceder en la propia idea. El "poder geométrico" adelantado por el EZLN se hizo explícito el 1 de enero de 2024, en el discurso del Subcomandante Moisés, jefe militar y portavoz de la organización desde 2013.
Palabras alejadas de la poética de la era Marcos, una visión pragmática de la realidad, un discurso en tzeltal antes que en castellano, un discurso corto y agudo más dirigido a la organización y al mundo indígena que a los internacionalistas que participaron en el acto de celebración de los primeros 30 años del levantamiento. Muchos hubieran esperado más, pero el EZLN siempre ha sido hostil a la lógica del evento por el evento. Hace 10 años para el 20 aniversario del levantamiento no hubo celebración central, pero entre la segunda y tercera ronda de la 'escuelita zapatista' en los cinco caracoles (ahora 12) hubo iniciativas locales, abiertas, sin oraciones 'oficiales'. El cambio de Marcos/Galeano a Moisés no es sólo simbólico sino fáctico: del poder de la palabra y la poesía a la practicidad y agudeza indígena. Marcos sigue representando el ala vanguardista de las Fuerzas de Liberación Nacional, que tras la gran represión de los 70 se reorganizó y lanzó la epopeya neozapatista. Moisés es un rostro indígena que se incorporó a la organización mucho después de aquel día de noviembre de 1983, y es, por tanto, el símbolo de una transición que no se aleja del mandato "original", sino que organiza una nueva escuela de gobierno de la estructura y, por tanto, del proceso revolucionario. Debo reconocer que leyendo los diversos comunicados con los que se preparó el 30 aniversario, estaba preparada para el nombramiento de la primera mujer subcomandante del EZLN, una ilusión tal vez construida a partir del aparente 'descenso' de Marcos a Capitán (papel que ya tenía en 1984). Un movimiento que me pareció en la onda de la historia zapatista, el primer ejército de la historia con más de un 30% de mujeres, y su atención a la cuestión de género que tomó forma a partir de la 'Ley Revolucionaria de las Mujeres'. También sería una "respuesta" a la política institucional mexicana, que reclama con fuerza que en las próximas elecciones del 2 de junio los aspirantes a la presidencia sean dos mujeres. El EZLN ha decidido a menudo 'jugar' en el terreno de las elecciones presidenciales: en 1994, al nombrar a Amado Avendaño gobernador rebelde de Chiapas. El 3 de diciembre de 2000, después de que el recién proclamado presidente Vicente Fox dijera en el momento de su proclamación que resolvería el conflicto armado en Chiapas en 15 minutos, lanzaron la Marcha del Color de la Tierra para exigir la aplicación de los Acuerdos de San Andrés. En 2006 se realizó la Otra Campagna, mientras que en 2018 participaron en el proceso de base de un intento de candidatura independiente de una mujer indígena, Marichuy. Fue hasta 2012 y por eso en este 2024 que decidieron mirar a la distancia, y enfocarse en su proceso interno. Un proceso que hoy tiene que asumir el paso de los años, las nuevas generaciones que no conocen la vida fuera del ámbito revolucionario, la crisis de los movimientos sociales en México, en América Latina (aparte del feminista) y en el mundo, la menor atención solidaria que apoya la lucha zapatista, la violencia de los grupos estatales y criminales, los choques internos del capitalismo mundial, la migración tanto como proceso continental como de las comunidades indígenas, la creciente necesidad de campamentos e innovación que atraviesan la vida de la comunidad. El levantamiento zapatista ha mejorado la vida indígena, ha cambiado la vida de quienes integran la organización, pero al obligar a los gobiernos a reconocer la existencia de los pueblos originarios y a proporcionar, aunque sea insuficientemente, formas de bienestar que impidieron que el ejemplo zapatista se replicara en otros lugares o se extendiera a Chiapas, ha logrado que la vida indígena mejore en todo México. Y no sólo eso. Sin embargo, el EZLN también está asumiendo públicamente sus errores. En la última década, a partir de la escuelita zapatista y la narrativa de los primeros años de autonomía, se ha abierto una confrontación interna sobre lo que salió mal con el autogobierno. El "regalo de cumpleaños de los primeros 30 años de revolución" fue hacer un recuento público de lo que los llevó a terminar con la experiencia de los Municipios Autónomos Rebeldes (fundados en 1995) y las Juntas de Buen Gobierno (2003) para dar paso a una nueva estructura que reconoce la puntiformidad de la organización y permite un mayor diálogo entre las familias de las comunidades. Los GAL o Gobiernos Locales Autónomos son la base de la nueva forma organizativa. Quienes nunca han estado en tierra zapatista deben pensar que el territorio organizado y administrado por el EZLN nunca ha sido homogéneo, las comunidades que se proclamaban rebeldes no siempre veían la adhesión a la revolución de todos y todas, y sobre todo no todas las comunidades en tierra zapatista se adherían al EZLN. Esta elección libre y consciente de adherirse a la organización en los últimos años ha generado una nueva geografía y geometría relacional con familias y comunidades que nunca habían sido zapatistas que se convierten en zapatistas, así como familias y comunidades que históricamente fueron zapatistas que deciden abandonar la organización. Los que ya no son zapatistas, o nunca lo han sido, no son necesariamente antizapatistas. Una situación compleja derivada de un territorio históricamente marcado por la organización indígena y campesina. En sus primeras décadas de vida, el EZLN logró crear puentes y diálogos con diferentes sujetos en nombre de una red de dignificación del ser indígena. Una red que nació incluso antes de la explosión armada y que se mantuvo hasta finales de los 90, cuando la masacre de Acteal y la cooptación de grupos paramilitares llevaron al desarrollo de la "guerra de baja intensidad".
Hoy, el conflicto generado por las políticas públicas se rebaja a un enfrentamiento intercomunitario, pero es hijo de un proceso de oposición a la revolución zapatista que sopló el viento de la diferencia e impulsó la división entre grupos organizados primero y luego la división dentro de las comunidades individuales. Orcao es la organización campesina que, junto con la CIOAC, actúa más violentamente contra la experiencia zapatista. Como nos recuerda Desinformemonos, "ORCAO fue fundada en 1988 por 12 comunidades del municipio de Ocosingo, Chiapas, como una organización legítima que exigía mejores precios del café y una solución al rezago agrario. Pronto se unieron muchas otras comunidades. Durante años, ORCAO mantuvo vínculos con el zapatismo. Sin embargo, éstos se rompieron a finales de la década de 1990, cuando la organización, como muchas otras, sucumbió a la tentación de obtener apoyo gubernamental y cargos públicos a cambio de favores. La ruptura se profundizó con la llegada de Pablo Salazar a la gubernatura de Chiapas en 2000. La ORCAO abandonó entonces la lucha y se alió con el gobierno, rompiendo con el EZLN para acceder al dinero público. A partir de entonces, las agresiones se hicieron cada vez más frecuentes y violentas'. Y es en el escenario puntual del mundo indígena chiapaneco en el que se posiciona hoy el EZLN. Sabe que es uno de los sujetos organizados del Estado, y al tratar de romper las lógicas conflictivas actuadas por otros grupos y apoyadas por las políticas públicas estatales y federales, da un paso atrás, deja de usar el sombrero "territorial", y al hacer subjetiva e individual la adhesión al zapatismo, trata de hacer desaparecer las presiones a las que estaban sometidas las familias no zapatistas en comunidades autónomas. No sólo eso, la propuesta de reorganización de la estructura civil zapatista va acompañada, para mí, de la idea de una gestión común y no propietaria de los campamentos. La idea de lo común y la no propiedad es la gran propuesta zapatista para el futuro. Gran parte de las políticas públicas de "bienestar" indígena se basan en la entrega de certificados de propiedad de los campos, una medida sucia y violenta que ha alimentado las tensiones por dos razones: la primera es que el 1 de enero de 1994 el EZLN ocupó 700.000 hectáreas de campos que los latifundistas habían arrebatado a las comunidades, campos que hoy ven surgir los Caracoles o clínicas autónomas. La segunda es que uno de los grandes legados del eje revolucionario de Zapata y Villa en el siglo pasado es la creación por constitución del campo ejidali, es decir, comunal y colectivo. Por ello, la exigencia de certificados de propiedad para acceder a los programas gubernamentales ha desencadenado la búsqueda de papelitos y enfrentamientos por el uso de los campamentos, alimentando lógicas individualistas ajenas al derecho comunitario, por lo que se ha creado un sentimiento de rechazo a la práctica de ocupación de los campamentos por parte del EZLN en 1994. Zapatistas y zapatistas rompen la lógica de la apropiación y la propuesta de utilizar los campamentos ocupados como campamentos comunales intenta derribar el enfrentamiento deseado por el gobierno y ofrece un proceso de paz en nombre de la práctica ancestral de desarrollo de las comunidades: el trabajo de campo. En algún momento, esta magnífica propuesta de declinar la idea "de los comunes" en un sentido indigenista, habría sido acompañada de un encuentro de intelectuales y movimientos indígenas autónomos de todo el mundo, para crear un nuevo significado al concepto de "los comunes". El EZLN siempre nos ha recordado la urgencia de mantener unidas la teoría y la práctica. El nuevo rumbo del zapatismo, en cambio, sugiere, junto con el silencio al que ha vuelto el EZLN después del 1 de enero de este año, una práctica directa sin necesidad de convocatorias espectaculares, seminarios internacionales, congresos intergalácticos y momentos públicos de creación de sentido distintos a los que ellos han determinado como necesarios para su desarrollo. Tal vez por eso también la atención internacional a la lucha zapatista ha decaído en la última década. Tal vez sea precisamente una opción interna que también se ha materializado con la Gira Zapatista por Europa donde, a pesar de la presencia del vocero Moisés, han decidido no tener momentos y encuentros públicos con la prensa.....ni siquiera con la prensa del movimiento. Una elección que aún no comprendo del todo, pero que, al mismo tiempo, no sólo respeto como hay que respetar toda elección de quienes han hecho de la autonomía el centro de la práctica política revolucionaria, sino que sobre todo la respeto porque la hacen quienes desde hace 40 años organizan, construyen y viven uno de los pocos experimentos de otro mundo posible. A veces pienso que lo que yo pienso y lo que yo hubiera hecho es válido sólo para mí y no puede ser un elemento real de evaluación de un camino que ha demostrado a lo largo de los años, entre victorias, errores, momentos multitudinarios, fracasos, creación de imaginación, y la capacidad de cuestionarse a sí mismo para ser capaz de responder y resistir a cada ataque y cambio. Y quizás sea bueno recordar que mi observación está impregnada, aunque no me gustaría, de un legado colonial y patriarcal del que ciertamente no me he liberado. Y así, 30 años después del 1 de enero de 1994, poco importa lo que yo hubiera hecho, poco importa si este 1 de enero yo esperaba un discurso más amplio y escalonado, poco importa si el Giro Zapatista por Europa para mí iba a ser también un momento de resurgimiento de su situación y capaz de crear nueva atención, lo importante es que el laboratorio zapatista ha vuelto a cambiar, generando ideas y nueva atención. Sin desvirtuarnos, continuando en la maravillosa y valiente práctica de cuestionar el papel público de uno de los pensadores críticos más influyentes de los últimos 30 años, como son los que se esconden tras el pasamontañas y el nombre de Marcos, así como en la capacidad impactante, al menos para mí, de tomar ideas y sugerencias de otros mundos y hacerlas propias, resistiendo a una guerra cruel y letal sin aceptar la lógica de la violencia. Mirar los cambios en el EZLN es necesario y es algo que debe hacerse con cuidado, con el respeto debido a los compañeros y compañeras de lucha, sin colocarse en una posición de ventaja o de juicio sino con la lógica del pensamiento crítico. Apoyar el proceso de resistencia hoy es tan importante como ayer.
Encontrar nuevas formas de diálogo es necesario para salir de la práctica occindentalecentrista de la solidaridad y entrar en la de la complicidad porque como decían los Clash "el futuro no está escrito". Y Allende resistiendo en el palacio de la Moneda decía 'la historia es nuestra y la hacen los pueblos'.
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